Este cuadro único nace del encuentro entre la naturaleza y el tiempo. Sobre un fondo teñido en tonos café, se dibujan formas sutiles en carbonilla gris y toques de color tostado o verde, como si el paisaje hubiese quedado impreso en la tela. Las líneas negras, delicadas y orgánicas, provienen de ramas reales que tiño y dejo secar al sol, permitiendo que dejen su huella natural como una especie de memoria vegetal.

Cada obra es irrepetible y está enmarcada en madera kiri con tono petiribí añejo, resaltando la calidez de los materiales nobles. Una pieza que invita a la contemplación y conecta con lo simple y lo esencial.

medida: 70x120

marco: madera kiri tinte petiribi añejo